Oración
preparatoria.
¡Oh Dios, que te dignaste
llamar al conocimiento de tu nombre a multitud de paganos y herejes por el celo
de tu Santo Mártir y Pontífice Federico! Concede propicio que experimentemos la
protección de aquel a quien celebramos como nuestro Patrono celestial. Por
Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unión con el
Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Así sea.
Salmo.
Escucha, Oh Dios mío, mi
súplica, atiende mi oración. Desde los últimos términos de la tierra clamé a
Ti; cuando mi corazón se hallaba más angustiado, Tú me colocaste sobre una alta
peña. Tú fuiste mi guía, pues eres mi esperanza y baluarte fortísimo contra el
enemigo.
Padre
nuestro, que estás en los Cielos…
Dios
te salve, María…
Gloria
al Padre…
Meditación.
Piérdase todo y dejemos todas
las cosas vanas y démonos por entero a la sola investigación de la verdad. La
vida es miserable y la muerte, incierta. Si ésta nos sorprende de repente, ¿en
qué estado saldríamos de aquí? ¿Y dónde aprenderíamos lo que aquí descuidamos
aprender? ¿Acaso más bien no habríamos de ser castigados por esta negligencia?
No en vano, se difunde por
todo el orbe el gran prestigio de la autoridad de la fe cristiana. Nunca
hubiera hecho Dios tantas y tales cosas por nosotros si con la muerte del
cuerpo se terminara también la vida de alma. ¿Por qué, pues, nos detenemos en
dar de mano a las esperanzas del siglo y consagramos por entero a buscar a Dios
y la vida feliz?
Jaculatoria.
Glorioso mártir San Federico,
Patrono nuestro: ampáranos en nuestras angustias y anhelos espirituales.
(Pídase la
gracia especial que se desee.)
Oración final.
¡Oh Dios, cuyo honor defendió
el glorioso Pontífice Federico muriendo a manos de los impíos! Conceded por su
intercesión que podamos resistir a los deleites del pecado con la razón de la
mente y que no nos haga temer ninguna adversidad de este mundo. Por Nuestro
Señor Jesucristo. Así sea
.
.
DIA SEGUNDO
Oración
preparatoria.
¡Oh Dios, que te dignaste
llamar al conocimiento de tu nombre a multitud de paganos y herejes por el celo
de tu Santo Mártir y Pontífice Federico! Concede propicio que experimentemos la
protección de aquel a quien celebramos como nuestro Patrono celestial. Por
Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unión con el
Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Así sea.
Salmo.
Alabaré al Señor en todo tiempo; no cesarán mis labios de
pronunciar sus alabanzas. En el Señor se gloriará mi alma. Óiganlo los humildes
y consuélense. Engrandeced conmigo al Señor y todos a una ensalcemos su nombre.
Gustad y ved cuán suave es el Señor; bienaventurado el
hombre que en El confía.
Padre
nuestro, que estás en los Cielos…
Dios
te salve, María…
Gloria
al Padre…
Meditación.
¿Qué es lo que amo, Señor,
cuando yo te amo? No belleza de cuerpo ni hermosura de tiempo; no blancura de
luz tan amable a estos ojos terrenos; no dulces melodías de toda clase de
cantilenas; no fragancia de flores, de ungüentos y de aromas; no manás ni
mieles; no miembros gratos a los abrazos de la carne. Nada de esto amo cuando
amo a mi Dios. Y, sin embargo, amo cierta luz, y cierta voz y cierta fragancia,
y cierto alimento y abrazo del hombre mío interior, donde resplandece a mi alma
lo que no comprende el lugar, y suena lo que no arrebata el tiempo, y huele lo
que el viento no esparce, y se gusta lo que no se consume comiendo, y se
adhiere lo que la saciedad no separa. Esto es lo que amo cuando amo a mi Dios.
Jaculatoria.
Glorioso mártir San Federico,
Patrono nuestro: ampáranos en nuestras angustias y anhelos espirituales.
(Pídase la
gracia especial que se desee.)
Oración final.
¡Oh Dios, cuyo honor defendió
el glorioso Pontífice Federico muriendo a manos de los impíos! Conceded por su
intercesión que podamos resistir a los deleites del pecado con la razón de la
mente y que no nos haga temer ninguna adversidad de este mundo. Por Nuestro
Señor Jesucristo. Así sea.
DIA TERCERO
Oración
preparatoria.
¡Oh Dios, que te dignaste
llamar al conocimiento de tu nombre a multitud de paganos y herejes por el celo
de tu Santo Mártir y Pontífice Federico! Concede propicio que experimentemos la
protección de aquel a quien celebramos como nuestro Patrono celestial. Por
Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unión con el
Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Así sea.
Salmo.
A Ti, oh Señor, he levantado mi espíritu. En Ti, oh Dios,
tengo puesta mi confianza; no quedaré avergonzado; ni se burlarán de mí mis
enemigos; porque ninguno que espere en Ti quedará confundido.
Sean cubiertos de confusión todos aquellos que vana e
injustamente obran la iniquidad.
Padre
nuestro, que estás en los Cielos…
Dios
te salve, María…
Gloria
al Padre…
Meditación.
¡Dios bueno! ¿Qué es lo que
pasa en el hombre para que se alegre más de la salud de un alma desahuciada y
salvada del mayor peligro que si siempre hubiera ofrecido esperanzas o no
hubiera sido tanto el peligro? También Tú, Padre misericordioso, te gozas más
de un penitente que de noventa y nueve justos que no tienen necesidad de
penitencia; y nosotros oímos con grande alegría el relato de la oveja
descarriada, que es devuelta al redil en los alegres hombros del Buen Pastor, y
el de la dracma que es repuesta en sus tesoros después de los parabienes de las
vecinas a la mujer que la halló. Y lágrimas arranca de nuestros ojos el júbilo
de la solemnidad de tu casa cuando se lee en ella de tu hijo menor que era
muerto y revivió, había perecido y fue hallado.
Jaculatoria.
Glorioso mártir San Federico,
Patrono nuestro: ampáranos en nuestras angustias y anhelos espirituales.
(Pídase la
gracia especial que se desee.)
Oración final.
¡Oh Dios, cuyo honor defendió
el glorioso Pontífice Federico muriendo a manos de los impíos! Conceded por su
intercesión que podamos resistir a los deleites del pecado con la razón de la
mente y que no nos haga temer ninguna adversidad de este mundo. Por Nuestro
Señor Jesucristo. Así sea.
FIN
FIN
(También hay Misa propia de San Federico, por privilegio especial
concedido a la Congregación por Su Santidad Pio XI, el 18 de diciembre de 1929)